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Libros de Historia

CARTAS DEL CABILDO DE LA CIUDAD DE SANTO DOMINGO EN EL SIGLO XVI

CARTAS DEL CABILDO DE LA CIUDAD DE SANTO DOMINGO EN EL SIGLO XVI

RODRÍGUEZ MOREL, Genaro: Cartas del cabildo de la ciudad de Santo Domingo en el siglo XVI. Santo Domingo, Centro de Altos Estudios Humanísticos y del Idioma Español, 1999, 501 págs.

 

La publicación de este libro ha llenado de satisfacción a todos los interesados en el estudio de esa efímera "isla del oro" que fue la Española en el siglo XVI. Un siglo apasionante en el que, como es bien sabido, la Española, pasó del fugaz esplendor que le proporcionó la explotación aurífera hasta la más profunda de las decadencias.

Por primera vez se ofrecen, de forma conjunta, las cartas de una de las instituciones que -junto a la Audiencia- más importancia tuvieron en el devenir político de la isla. Leyendo las páginas de este libro el lector tiene la sensación de estar palpando y de estar viviendo el devenir diario en ese primer siglo de colonización.

El libro comienza con una valiosa introducción en la que, en unas densas cuarenta páginas, se sintetiza la historia de esta institución. Una entidad totalmente oligárquica que no fue otra cosa que un fiel "reflejo del viejo y decadente organismo municipal castellano". En este sentido podemos decir, que los pocos casos que se conocen de cabildos abiertos no son antillanos. No en vano, el cabildo que se llevó al Nuevo Mundo no fue el altomedieval sino el oligárquico que se desarrolló con posterioridad. No debemos olvidar, en este sentido, que, debido a la complejización de los problemas municipales, el cabildo abierto había caído en desuso ya en la Castilla bajomedieval.

Lo que sí hubo fue una reclamación continua de los vecinos de la isla para que los cabildos fuesen más "democráticos" sin que desde luego encontrasen eco alguno, ya que no agradaba ni a las élites indianas ni a la propia Corona. De hecho, ya la Junta de Procuradores de la isla Española, reunida en Santo Domingo en 1518, reivindicó la necesidad de que los regidores fuesen cadañeros, porque -según decían- por el hecho de ser perpetuos tan sólo se preocupaban de su propio provecho.

En cualquier caso el cabildo de Santo Domingo estuvo controlado en todo momento por la élite que supo mantener también su supremacía económica, primero con el aprovechamiento de los recursos mineros, y más tarde, con la explotación del azúcar y de los hatos de ganados. Esta oligarquía queda perfectamente al descubierto cuando se comprueban los apellidos de los regidores, repitiéndose sin cesar patronímicos como los Tapia, los Garay, los Santa Clara, los Lebrón, los Dávila o los Caballero entre algunos otros.

Finalmente, el autor realiza un detallado estudio de la rivalidad del cabildo con otras instituciones como la Audiencia, por un lado, y el cabildo eclesiástico, por el otro.

Las cartas presentadas en el volumen suman 122, abarcando cronológicamente desde el 4 de septiembre de 1531 hasta el 29 de julio de 1594. Como ya hemos afirmado, el caudal de información que presenta es abundantísimo, tratándose un amplio abanico temático. La lectura de estas cartas no sólo es fundamental para el conocimiento de la institución capitular sino también para entender la historia indiana en esta centuria. No en vano, las epístolas muestran una abundante información sobre temas tan diversos como los alzamientos de esclavos, las luchas políticas, la crisis económica y comercial, la defensa de la isla, los ataques corsarios, la arquitectura, la religiosidad, la vida cotidiana, etc.

Además, una de las mayores virtudes que en nuestra opinión posee el libro es que se introduce de lleno en la segunda mitad del siglo XVI. Y esto es importante ya que, dado el explendor económico que vivió la isla en el primer cuarto del siglo XVI, habían sido muy pocos los historiadores que se habían aventurado a analizar la difícil, oscura y decandente historia de la Española en la segunda mitad del la centuria. Este libro aporta una valiosa documentación sobre las causas que llevaron a la isla a la despoblación y a la ruina, especialmente en el último cuarto del siglo XVI. De esta manera se sientan las bases para un estudio más amplio y detallado de esa etapa tan poco conocida de la historia indiana como es el Santo Domingo de la segunda mitad del siglo XVI.

Antes de finalizar queremos señalar algunas pequeñas observaciones que en absoluto empañan la calidad y trascendencia de este valiosísimo regesto documental. En primer lugar, en la introducción el autor, haciendo un alarde de conocimiento del período, utiliza otras fuentes documentales alternativas para el estudio del cabildo. A nuestro juicio debió aprovechar también las cartas que presentaba, haciendo un estudio intrínseco de ellas que desde luego no encontramos en el libro. Y en segundo lugar, como el propio autor reconoce, las cartas no son exhaústivas, transcribiéndose tan sólo las que se encontraban de forma unificada en el Archivo General de Indias, legajo 73 de la Audiencia de Santo Domingo. Se omiten, pues, otras cartas como las redactadas por el cabildo de Santo Domingo en 1518, con motivo de la celebración de la Junta de Procuradores de la Española, o la que el 24 de octubre de 1528 escribió la misma institución al Emperador.

Para acabar, queremos insistir en el valor del libro, felicitando a su autor, a las instituciones que han hecho posible su publicación y al Americanismo, en especial al dedicado al estudio de la Española en el la centuria decimosexta.

ESTEBAN MIRA CABALLOS

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