WALTER BENJAMIN Y SU TESIS SOBRE LA HISTORIA
BENJAMIN, Walter: Tesis sobre la Historia y otros fragmentos (introducción y traducción de Bolívar Echeverría). México, U.A.C.M., 2008, 119 pp., ISBN: 978-968-7943-95-4
Hace unos meses cayó en mis manos este ejemplar, recientemente editado, que ha supuesto para mí un verdadero hallazgo. Es un libro delicioso, tanto por los textos de su autor, como por la excelente introducción del profesor Bolívar Echeverría, así como por su cuidada edición. Ello hace de su lectura un verdadero placer, pues aúna la excepcional capacidad intelectual de su autor con una de esas ediciones que gusta tocar, palpar, hojear…
Como es bien sabido, Walter Benjamin, escritor y filósofo alemán de origen judío, estaba escribiendo esta obra cuando, tras ser acosado por los Nazis, se suicidó antes de ser apresado. La había comenzado a escribir en 1939 y, a su muerte, en 1940, con 48 años de edad, la dejó inconclusa. Dos años después, se editó por primera vez, pero con otro título: Sobre el concepto de Historia, basándose en varios borradores y en diversas anotaciones realizadas, mientras huía. Algunos de esos textos están escritos en hojas sueltas y hasta en los márgenes de las páginas de los periódicos que con frecuencia leía. Por tanto, hay que examinar la obra teniendo en cuenta estos condicionantes. Muchas ideas están sin desarrollar o a medio explicar por las dramáticas circunstancias que rodearon la vida de Benjamin en los últimos años de su vida y que le impidieron culminar su última obra. Sin embargo, la capacidad de Benjamin es tan excepcional que cada párrafo, cada frase, es un verdadero tesoro que provoca la reflexión y el sobresalto continuo en el lector.
Básicamente, su autor trató de construir una estructura teórica, una nueva metodología a partir de la cual rescribir la Historia. Por supuesto se opuso al historicismo porque, a su juicio, empatizaba siempre con los vencedores. Esta corriente historiográfica, tan criticada por Benjamin, plantea el pasado como algo remoto, a diferencia del materialismo histórico que concibe un tiempo pleno, una imbricación entre tiempo-ahora, o entre pasado y presente. No es de extrañar que el autor plantee la posibilidad y hasta la necesidad de partir del presente para explicarse el pasado. De ahí que algunos historiadores actuales, entre ellos Eric Hobsbawm, afirmen que toda historia es necesariamente contemporánea. Y para Benjamin, el sumun del historicismo reaccionario se alcanza en la historia universal que, a su juicio, carece de cualquier armazón teórico y, por tanto, solo contiene una narración de hechos vacíos, sin valor alguno.
Asimismo, recalca vehementemente que todos los bienes culturales actuales, no son otra cosa que el botín de guerra de los vencedores, pues deben su existencia no sólo a los genios que los idearon sino a la servidumbre anónima de sus contemporáneos. Todo vestigio cultural es a su vez un documento de la barbarie. Y efectivamente, si lo pensamos bien, todos los testimonios y legados culturales son, bien, obra directa de los vencedores, o bien, trofeos arrebatados a los vencidos.
Ahora bien, también critica abiertamente la metodología marxista de su tiempo, lo que probablemente le restó los apoyos necesarios para su propia supervivencia vital. Y es que Walter Benjamin, como buen intelectual, se situó en todo momento frente al poder, se llamase éste fascismo o estalinismo, algo que le honra. Él pretendía introducir en el materialismo histórico una radical corrección mesiánica. Curiosamente, llega a comparar al capitalismo con el anticristo y al materialismo histórico con el Mesías, el mismo que, a su juicio, estaba a punto de redimir al mundo. Su prematura muerte impidió explicar bien cómo conseguiría aunar el materialismo histórico con el mesianismo judío para dar lugar a una nueva metodología que, utilizando sus propias palabras, diese eficiencia al discurso materialista y auspiciase una nueva revolución frente al capitalismo. Un sistema, este último, que a su juicio había entrado en su ocaso, con regímenes ultranacionalistas como el Nazi.
Como buen revolucionario, Benjamin rechaza de plano la socialdemocracia porque estima que es un reducto de conformismo que impide la derrota de las clases dominantes. Por todo ello, cree que ha llegado la hora de la verdadera revolución, cuya base ideológica debía estar en una nueva metodología de la Historia, en una renovación del materialismo histórico, que pusiese al descubierto las miserias y mentiras de la clase dominante. Defiende, asimismo, que el sujeto de esta nueva historia no debe ser la humanidad entera sino sólo la clase subalterna. Para él, hacer historia implica necesariamente reconstruir el pasado nunca escrito de los eternamente vencidos. Y en una de sus frases más lúcidas afirma que si esta nueva revolución no da un vuelco definitivo de la situación tampoco los muertos estarán a salvo del enemigo, un enemigo que no ha cesado de vencer.
El objetivo último de la revolución, de esa locomotora de la historia, como él la denomina, es, por un lado, el fin del progreso –origen de la catástrofe- y, por el otro, la consecución de una sociedad sin clases. Suena bien, aunque a muchos les pueda parecer utópico. Pero la utopía es lo único que nos queda a los que todavía soñamos con un mundo más justo.Obviamente, no se puede separar al personaje y a su pensamiento de sus circunstancias personales. Su origen judío y el tiempo de barbarie que le tocó vivir, especialmente durante la Alemania Nazi, están en el germen de toda su obra.
En definitiva, pese a estar inacabada, esta Tesis sobre la Historia es una obra fundamental del pensamiento contemporáneo, útil para cualquier persona que quiera hacer Historia en el siglo XXI. Y es que Walter Benjamin, además de ser una persona comprometida socialmente, hasta el punto de dejarse en ello su propia vida, fue uno de los más brillantes pensadores del siglo pasado.
ESTEBAN MIRA CABALLOS
0 comentarios