EL ACOSO DE LAS FANTASÍAS
ZIZEK, Slavoj: El acoso de las fantasías. Madrid, Ediciones Akal, 2011, 266 págs.
El profesor Zizek aborda en este libro nada más y nada menos que el funcionamiento de la ideología postmoderna, condicionada por las fantasías. Dada la extensión del libro, las múltiples aportaciones y las numerosas ejemplificaciones, me voy a limitar a destacar algunos aspectos que me han llamado especialmente la atención.
El autor explora las relaciones entre la fantasía y la ideología. Aquella estructura el goce pero a la vez coarta sus excesos. Revela claramente su gran poder, capaz de enmascarar la realidad y de condicionar nuestra relación con el mundo visible. La fantasía se convierte así en un mecanismo para ocultarnos a nosotros mismos el horror de innumerables situaciones concretas que vivimos personalmente o conocemos a través de los medios de comunicación. Y va incluso más lejos, al afirmar que la función de la fantasía es similar al esquematismo trascendental kantiano: una fantasía conforma nuestro deseo, es decir, nos enseña cómo desear. La fantasía guarda con la realidad una íntima relación de cercanía y lejanía, creando un escenario en el que se enturbia el horror de la realidad. Todo se cubre bajo su manto, evitando ver la realidad tal cual. Este falseamiento de lo existente otorga cobertura ideológica a todo tipo de injusticias, desigualdades, asesinatos y genocidios. Así, por ejemplo, en la Alemania Nazi, el judío fue identificado con el mal, dando cobertura ideológica y justificación moral a los perpetradores del holocausto. Asesinar judíos aparecía así como algo aceptable para miles de alemanes que lo aceptaban como una muestra más de patriotismo. De igual manera, al Tercer Mundo se le otorga una imagen fantasmática irreal, como el infierno terrenal, un espacio desolado, donde sólo es posible el alivio mediante la caridad de occidente. Así, de paso que se esconde la verdadera causa del problema, las relaciones asimétricas que genera el capitalismo, se evita toda acción política para resolverlo. Por ello, queda bien claro que la fantasía puede ser la mejor amiga y a la vez la peor enemiga del ser humano.
Afirma Zizek que, dado que no hay una fórmula universal, cada persona individualmente inventa sus propias fantasías en su relación con la realidad. Cuando no se puede asumir la realidad en base a la razón se recurre casi instintivamente a ella. Sin embargo, a mi juicio, no somos tan originales, y dado que nos enfrentamos todos a situaciones muy similares, éstas no suelen ser particulares ni especialmente ingeniosas sino análogas o, al menos, incluidas en un corto número de variables. Lo cierto es que como bien explica el autor, la fantasía está detrás de toda organización humana, pues constituye el entramado sobre el que se articula todo discurso. Cuando la lógica social entra en conflicto, entonces es indispensable sumergirse en el abonado campo de la fantasía para encontrar el punto de fricción.
La época actual, afirma el autor, está plagada de fantasmas, por el creciente antagonismo entre la abstracción del ciberespacio, con sus relaciones sociales y económicas virtuales, y el bombardeo continuo de imágenes concretas. Tradicionalmente se ha estudiado la relación entre la abstracción y la realidad social concreta, pero el autor plantea un análisis inverso, es decir, partir de lo concreto para llegar a lo abstracto. Analiza las consecuencias que el ciberespacio provoca sobre las relaciones sociales de los individuos y de las sociedades. Cada vez más, la actividad humana se limita a enviar señales a través del ratón de nuestro ordenador, desvinculando a las personas del mundo vital concreto. Dedica bastantes páginas a estudiar el cibersexo que, como bien dice, supone una fantasía ideológica en la que se separa la mente del cuerpo, permitiendo el goce de todos los placeres de la carne, deshaciéndonos de nuestros cuerpos. Muchos recurren a la pornografía para acceder a distintas formas de goce a las que no pueden convenir en su vida real. Y para acabar con el capítulo dedicado al mundo virtual del ciberespacio, el autor se plantea una interesante pregunta: si somos capaces de establecer todo tipo de relaciones a través del ordenador, incluidas las sexuales, ¿por qué no reemplazar las guerras reales por otras virtuales?
Para ir concluyendo, debemos decir que en esta obra su autor mantiene su tradicional crudeza, no concediendo ni un milímetro al academicismo y realizando una crítica directa y aguda lo mismo al estalinismo que al nazismo o, más recientemente, a la guerra en la antigua Yugoslavia. También permanece su discurso adictivo, en el que se mezcla su profundo conocimiento sociológico y filosófico con ejemplos y chistes extraídos de la vida real, igual de un episodio de los Simpson que de una actuación del tristemente desaparecido Michael Jackson. Sus ejemplos son tan expresivos, como rompedores –el cibersexo, o las diferencias nacionales a través del diseño de los inodoros, etc.-. A través de ellos explora el modo en que las fantasías estimulan el placer. En definitiva, estamos ante otra obra magistral del filósofo esloveno, preñada de reflexiones siempre agudas y críticas que nos permiten aproximarnos mejor a la complejidad del ser humano en el siglo XXI. Solo teniendo en cuenta la omnipresencia de las fantasías se puede llegar a entender la realidad pasada y presente.
ESTEBAN MIRA CABALLOS
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