HISTORIA DE LA VILLA DE SOLANA DE LOS BARROS
Mira Caballos, Esteban: Historia de la villa de Solana de los Barros. (Sus ordenanzas de 1554). Badajoz, Diputación Provincial, 2014. 190 págs.
Mi interés y mi vinculación a la historia de Solana nace del hecho de que llevo una década impartiendo Historia en el I.E.S.O. Mariano Barbacid de Solana. Dado que siempre trato de motivar a mis alumnos poniendo ejemplos cercanos a los lejanos, me comencé a interesar por la historia local. Si me refería a los señores feudales hablaba del castillo de Villalba, si me refería a campesinos y siervos aludía a los de Solana, si trataba el arte barroco aludía a los retablos de la parroquia de Santa María Magdalena, o si me refería al valle de los Caídos, citaba la obra de Juan de Ávalos para la parroquia,
Pero como en las aulas el aprendizaje suele ser mutuo, fue por uno de mis alumnos que supe de la existen en el archivo municipal de un libro manuscrito de la época de Carlos V. Un buen día me acerqué al ayuntamiento y ¡sorpresa! Se trataba de unas ordenanzas municipales originales aprobadas en 1554. Inicialmente realicé una transcripción de las mismas y un estudio introductorio que presenté a las V Jornadas de Historia de Almendralejo y Tierra de Barros, dedicadas a la vida municipal, y celebradas en el mes de noviembre de 2013.
Con posterioridad, mi amiga Isabel Antúnez, diputada en la institución pacense se ofreció a realizar las gestiones para sondear la posibilidad de publicación por la citada institución. Sus eficaces gestiones y la buena disposición de don Francisco Muñoz dieron luz verde al proyecto. Una vez aprobada su publicación decidí ampliar los objetivos, redactando una primera historia global de la villa desde sus orígenes y, en particular, desde la carta puebla de 1481 hasta el final del Antiguo Régimen.
He manejado numerosos documentos inéditos, localizados fundamentalmente en el archivo Municipal de Solana, en el parroquial y en el Municipal de Zafra. Ahora bien, quiero insistir que solo es un primer paso, y tiene dos limitaciones: Primero, no incluye la Edad Contemporánea, y segundo, ha sido imposible llevar a cabo un estudio sistemático del archivo ducal de Medinaceli porque actualmente no está disponible ni en el del obispado de Badajoz, que está en fase de catalogación y no se pueden consultar los documentos.
El poblamiento de Solana fue extremadamente precario hasta el otorgamiento de la Carta Puebla del 1 de octubre de 1481. Se favoreció el asentamiento en las aldeas de Los Caballeros y del Charco de la Peña, pero los pobladores decidieron hacerlo en un lugar equidistante entre ambos puntos, la aldea de Solana. ¿A qué se debió esta elección? No pudo ser casualidad, a los nuevos pobladores les debió parecer el sitió más idóneo para establecerse. Estaba en alto, en la cara soleada del cerro, junto al río Guadajira y señoreaba tierras de una gran fertilidad. Es decir, reunía las condiciones idóneas para el poblamiento, y prueba de su acierto es el hecho de que subsista su poblamiento cinco siglos después.
Para finalizar quisiera decir que la lectura de estas páginas puede introducir al lector en un mundo muy diferente, rural y precapitalista. Estaba formada por sacrificados campesinos y jornaleros que, pese a las guerras, las servidumbres señoriales y las epidemias consiguieron salir adelante. En este libro, a falta de grandes personajes, la colectividad se erige en protagonista, narrándose su forma de vida, sus creencias, sus fiestas, su organización política y su estructura social. Por tanto, la historia que tengo el gusto de presentar se aleja bastante del clásico panegírico de historia local, convirtiéndose, en cambio, en un registro de la memoria histórica de un pueblo de la Baja Extremadura. El texto introduce al lector en todo un mundo rural, muy diferente al actual, que encierra dramas vitales pero también vivencias colectivas que hoy añoramos y hasta extrañamos. Lo que más me ha llamado la atención a un americanista como yo acostumbrado a estudiar las grandes compañías comerciales americanas, la llegada de metal precioso de las Indias, y el naciente capitalismo, es encontrar una sociedad tan precapitalista. Solana de los Barros era un mundo casi autárquico con muy escasos intercambios comerciales con el exterior. La gente vivía de lo que el medio le ofrecía, eran muy pobres, vivían la mayor parte de las veces con carestías, pero también tenían virtudes hoy añoradas: tenían pocas necesidades consumistas, eran muy solidarios entre ellos y, por supuesto, enormemente respetuosos con la madre tierra de la que vivían.
Espero que los lectores, especialmente los solaneros, gocen con la lectura de estas páginas donde se palpa la forma de vida en sus ascendientes. Sí es así el trabajo habrá merecido la pena.
ESTEBAN MIRA CABALLOS
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