PENSAMIENTOS CONTRA EL PODER
VIÑUELA RODRÍGUEZ, Juan Pedro: Pensamientos contra el poder. Villafranca de los Barros, Imprenta Rayego, 2010. I.S.B.N.: 978-84-693-5372-11
Nueva entrega del profesor villafranqués Juan Pedro Viñuela. La estructura de este ensayo es original adoptando la forma de diario de clase, curso 2009-2010. Ello le permite afrontar decenas de ideas que fueron surgiendo en el devenir diario. Incluye reflexiones relacionadas sobre temas de actualidad que fueron surgiendo así como comentarios sobre libros y lecturas que fue leyendo. Para mí, el gran valor de esta obra consiste en su lucha contra la mentira y la hipocresía, proceda de quien proceda. Se trata de uno de los pocos intelectuales actuales a los que no se les nota ninguna afiliación política concreta. Su crítica no se dirige contra un partido político ni contra una tendencia ideológica sino contra el poder, lo ostente quien lo ostente. Ese es el verdadero trabajo intelectual del filósofo como afirma el autor, lo que a veces lleva aparejado un pernicioso aislamiento intelectual.
Los temas tratados son tantos y tan variados que sería imposible ni tan siquiera relacionarlos en estas pocas líneas. Por ello, me centraré en algunos de los que me han llamado más la atención. Dedica decenas de páginas al análisis de la crisis económica actual, trascendiendo incluso a sus posibles soluciones. Interesantes son sus apuestas en torno al ecosocialismo. Para él la única salida para evitar una catástrofe no muy lejana es, por un lado, el decrecimiento sostenible y, por el otro, la redistribución. Estoy totalmente de acuerdo con el autor cuando delata que el actual capitalismo neoliberal nos está llevando a un callejón sin salida, es decir, a una mayor desigualdad en el mundo y al agotamiento de los recursos. Es obvio que el actual consumismo ilimitado es un modelo insostenible que nos terminará pasando factura.
Otra de las grandes ideas del libro es la del relativismo cultural en la que el autor abunda en varias ocasiones. Existe la idea generalizada que las personas somos libres para decir y hacer lo que queramos. Pero esto no es más que un tremendo error: no todo tiene el mismo valor epistemológico. Hay actuaciones y opiniones no sólo equivocadas sino también peligrosas y, por tanto, como indica el autor, deben ser combatidas. No podemos olvidar que nuestra libertad individual acaba donde empieza la libertad del prójimo.
La política, los políticos y los peligros que acechan a la democracia actual son otros temas largamente analizados en el libro. El autor lanza duros ataques a la política que a su juicio lleva implícita la corrupción y a los políticos cuyo principal objetivo no es el bien público sino alcanzar a toda costa el poder. Unos políticos que no viven para la política sino de la política. Censura a todos los gobernantes, lo mismo de derechas que de esa izquierda que él llama light, con capacidad para acceder al poder.
De gran interés son sus reiterados comentarios sobre el sistema educativo y la pérdida de la virtud y la excelencia que a su juicio han sido sustituidos por el concepto unitario de la mediocridad. Según el autor, educación para todos no significa devaluación de los contenidos como ha ocurrido lo que unido a la falta de autoridad del profesor provoca un verdadero caos educativo. Aunque su argumento es básicamente cierto, sostengo cierta discrepancia, pues, a mi juicio tanto la LOGSE como las leyes educativas posteriores, pese a que en algunos aspectos pueden ser mejoradas, supusieron un salto adelante en la democratización de la enseñanza. Todavía recuerdo el elitismo de los años setenta donde los más desfavorecidos tenían muy escasas posibilidades de acceder al sistema educativo. Actualmente, aunque muchos jóvenes lo desaprovechen, nos queda la tranquilidad de que todos, tengan el origen social que tengan, pueden acceder sin dificultad a una educación de más o menos calidad. Se trata de uno de los grandes sueños de algunos pensadores y políticos del primer tercio del siglo XX que se ha visto, por fin, cumplido.
Pese a tanta lacra, el profesor Viñuela se muestra relativamente optimista. A su juicio, aunque actuaremos tarde, el propio agotamiento del planeta así como la inviabilidad del capitalismo y del liberalismo nos llevarán a un cambio forzoso. Una profunda transformación que finalmente hará triunfar los viejos valores ilustrados, incluyendo el más olvidado de todos, la fraternidad. El autor defiende el cosmopolitismo frente al nacionalismo pues este último siempre lleva implícito la exclusión. Todas las personas somos iguales en dignidad y todos tenemos los mismos derechos sobre el planeta en el que vivimos. A fin de cuentas el hombre no es ningún protagonista destacado del universo sino un ser vivo más. El universo existía antes que nosotros apareciéramos y seguirá existiendo después de nuestra extinción que, antes o después, llegará.
A mi modo de ver, esta obra presenta un conglomerado de ideas de la máxima actualidad que nos puede ayudar a entender los principales problemas de nuestro mundo. Una reflexión brillante aunque también valiente y arriesgada porque sus críticas alcanzan a todos los poderes fácticos, tanto a la Iglesia como al Estado. Sin embargo, como diría su autor, cueste lo que cueste y pese a quien pese, todo pensamiento debe ir frente a la verdad absoluta impuesta desde el poder.
Esteban Mira Caballos
1Esta reseña se ha publicado en la revista Ars et Sapientia (Cáceres, 2010)
0 comentarios